jueves, 22 de octubre de 2009

La ciudad perfecta

Existía una sociedad, hace muy poco tiempo, que vivía muy feliz. Esa sociedad habitaba en el cercano lugar de Nazla Ooras. El gobierno de esa ciudad era tan benévolo que les compraba su casa, les daba dinero para comer durante el trabajo, dinero para comer en su casa, les pagaba sus vacaciones, además de que les daba un salario digno. Los que vivían ahí eran muy felices, no tenían preocupaciones, era el mundo perfecto. Tomás Moro se tragaría sus palabras si estuviera ahí. No tenían que trabajar mucho, simplemente hablar y levantar la mano, así como algunas veces divertir a la gente haciendo representaciones teatrales. Pero eso solo quien deseara hacerlo, quien tuviera vocación actoral. La comida se recogía de los campos con no sé qué tecnología, los edificios se habían construído hace mucho tiempo y se limpiaban con tampoco sé qué tecnología. No eran necesarios los estudios ni la escuela. No importaba la historia, ni la geografía, nada. Porque eso no existía. Solo era necesario saber leer y contar, en fin, lo importante era vivir y disfrutar la vida. El trabajo era secundario.

En un mundo así es fácil aburrirse. Un día un joven decidió ver qué había detrás de las murallas de su ciudad feliz y encontró gente, mucha gente. Gente que pagaba su felicidad. No lo creía, siempre había pensado que todo el dinero venía del gobierno. Volvió a entrar a su comodidad y jamás volvió a salir.

De pronto se escuchó a lo lejos un grito pidiendo ayuda. Era gente miserable, necesitada. El individuo que se había atrevido a cruzar las murallas de su ciudad tuvo una generosa idea

"Vamos a ayudar a esa gente"
"¿y cómo?"
"Salí un día de aquí y vi gente que me dijo 'nosotros pagamos tu felicidad', así que hay que cobrarles más para ayudar a esa gente necesitada"
"Eres un perfecto idiota. Esa gente que pidió ayuda es la misma que viste" dijo un anciano

Al día siguiente el anciano murió de un infarto. En un instante de locura muchos pensaron que jamás había existido y que muchos lo habían imaginado. Por eso todos siguieron al pie de la letra la idea del joven. Pero ninguno de los habitantes de Nazla Ooras abandonó un centavo de felicidad, siguieron así de prósperos por más de mil años.

Los habitantes de esa ciudad se llamaban Diputados. El anciano es la conciencia de todos ellos. O lleva siglos muerta, o jamás existió.

Y para que sigan enojados, sepan que el estado destina cada año para los habitantes de Nazla Ooras (San Lázaro):

-12.72 millones de pesos en galletitas, café y leche
- 6.8 millones en botellas de agua
- 126 millones en comidas en eventos y vales de alimentos
- 613 millones en boletos de avión
- 670 millones de seguros médicos
- 190 millones en teléfonos fijos
- 32 millones en celulares
- vales para gasolina (desconocido)
- tarjeta IAVE para pasar gratis las carreteras (en caso de que quieran viajar por carretera, yo no lo haría)
- 45 mil pesos mensuales por asistir a su trabajo
-28 mil mensuales para ayuda ciudadana

Y ganan en promedio 1,869 pesos por hora laborada.

Es por eso que digo, San Lázaro es la ciudad perfecta. Una ciudad del primer mundo en medio de una de las colonias más peligrosas del DF. Sobre los senadores hablaré después. Y se está construyendo su nueva sede, pobrecitos, ese edificio viejo apolillado junto al Munal les está haciendo daño.

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