lunes, 30 de noviembre de 2009

Fachada de la Biblioteca Vasconcelos

La Biblioteca Vasconcelos, en apoyo a las capacidades artísticas de los jóvenes de hoy, mandó pintar sus ventanales del segundo y tercer piso con nombres de escritores, con la finalidad de armonizar el arte urbano con la arquitectura de academia contemporánea. El resultado es éste:



¡¡¡UNA MUGRE!!!

La fachada, intentando homenajear a todos aquellos individuos anónimos que han evadido la ley por vandalismo y daño de propiedad ajena, hoy son elevados de categoría al adornar este monumento nacional. Esta decoración además de ofender al visitante de la biblioteca (que ya de por sí debería sentirse suficientemente ofendido por la gran cantidad de veces que el sistema de préstamo falla y esto derivando en obligarlo a hacer grandes colas) le da el aspecto de un edificio abandonado que ni armoniza con el tianguis que se pone a su lado los sábados. ¿Por qué? Porque muchos de los que asisten ahí no leen a los que aparecen en la fachada.

Y el hecho de que Poniatowska esté en el centro es lo peor. Dickens ni se entiende, y hay otros que ni sé qué quieran decir. Sumándole que la excelente vista de la ciudad que se tenía de ese ventanal, ya no existe. Esta es la imagen que quieren dar de México, que hasta los grafiteros saben leer. Si alguien rompe por accidente ese vidrio o lo despinta, avíseme y le doy un obsequio.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Amigo, disculpa... o el oscuro mundo de los pedigüeños

En la Ciudad de México es demasiado frecuente encontrar a algún tipo o tipa que llega y te pide mínimo un peso, explicándote una excusa fortuita de fuerza mayor que la (lo) ha orillado a solicitarte esa cooperación. "Voy para Cuernavaca y no tengo dinero" "me acaban de asaltar" "soy indocumentado y perdí mi maleta". No me pienso referir a esos individuos, generalmente hombres o gays, que entran a un vagón del metro, reparten papelitos con reflexiones mal escritas o golpean su codo contra vidrios, repitiendo la misma frase siempre (yo no vengo a quitarte [enfatizando] tu cartera, tu bolsa o tu reloj, soy un chavo de la calle, si puedes darme una moneda que no afecte... un consejo, no maltrates a tus hijos, etc.) porque esos requieren un análisis más minucioso.

Les hablo en este momento de los pedigüeños individuales, aquellos que se dirigen a tí personalmente. Si bien puede haber varios que en realidad no tengan dinero para volver a casa, me he dado cuenta que hay un grupo de individuos que hacen eso como rutina, y diariamente acaban de asaltarlos, o diario son indocumentados que perdieron su equipaje, documentos, etc. Hay un anciano con el que siempre coincido, a veces en el metro Copilco, Villa de Cortés, Guerrero, Taxqueña, etc. Se trata de un señor de más de sesenta años que siempre anda vestido de rockero, con pulseras de cuero y estoperoles, cadenas, playeras de grupos setenteros, qué se yo. Cada que me lo encuentro, da la casualidad que se acaba de enfermar su tía (es un milagro que la pobre siga viva, después de tantos ataques repentinos) y necesita ir a Cuernavaca, pero no le alcanza para el pasaje, así que me pide. Eso ya lo he escuchado varias veces, las suficientes para aprendérmelo. Y las suficientes para que el viejito se aprendiera mi cara, aunque eso pasó después.

Hubo una vez, en el metro Villa de Cortés, que se me acercó un individuo moreno, joven, como de unos treinta años me tiró un discurso similar y me ofrecía ayuda y protección cada que yo la necesitara (eso requeriría una batiseñal, pero no tenía la facha de súper-héroe el don) y después de minutos perdidos, se fue. Justo en ese momento saludó a alguien que parecía ser un amigo suyo y que acababa de salir del metro, ¿no adivinan quién era? Pues obviamente, el viejito metalero. Y se fueron . Eso me hace pensar ¿trabajan juntos? ¿los administra la misma organización? porque para estar organizados requieren de una cantidad fija mínima, ¿cuánto dinero recaudarán en un día promedio esos tipos?

Hace como una semana tuve mi último encuentro con el viejito metalero. Se me acercó, y antes de que terminara la primera frase de su rollo le dije "no traigo dinero". El tipo puso cara de "ah, entiendo lo que pasa" y se fue. Intuyo que reconoció mi cara, porque no han sido en vano más de diez encuentros, además de que notó que desde el principio sabía que se me acercaría a pedir dinero. El problema grave de estos individuos es que yo conozco gente que les soltaría más de diez pesos con tan solo oir la mitad de su discurso. No me preocupa el anciano, a quien he pensado en tomarle fotos ya que es todo un caso, sino los demás. ¿Quién te asegura que esa es su única manera de ganar dinero? Porque no sabemos si más tarde se ponen más agresivos o utilizan alguna herramienta de "trabajo". Pero mientras divirtámonos viendo a aquellos "indocumentados" que llevan años pidiendo diario dinero, ¿qué no con 10 pesos diarios por un año ya deberían de haber regresado a su país, o por lo menos tomar un taxi a su embajada que les resolviera provisionalmente la situación? O ya de perdida, trabajar, porque se supone que a eso vinieron, (o a eso iban, pero más al norte).

Así que, yo les recominedo, la próxima vez que alguien se les acerque a pedirles dinero, si el rollo se oye improvisado, es probable que sí lo necesiten. Pero si se nota que ha sido dicho varias veces, tengan por seguro que pertenece al Sindicato Mexicano de Pedigüeños.